Web 0.0: la vida ante la web 2.0.
Civitacampomarano, en Italia, es ahora Web 0 punto 0. Situado en Campobasso, en la región de Molise, este pueblo alberga la obra del artista Biancoshock.
Un pequeño y bonito pueblo con apenas 400 habitantes, la mayoría ancianos. No hay cobertura de móvil y las conexiones de datos no existen. El objetivo de Web o punto 0, es recordar cómo vivíamos antes de la llegada de Internet. Esas cosas que hoy hacemos en las redes sociales.
La idea de Biancoshock es mostrar que estas funciones virtuales, también existen donde la conexión es difícil de alcanzar. No es imprescindible estar conectado a la Red. Se trata de una «internet real» llamada Vida «. Capaz de demostrar que otras maneras, que siempre han existido, han permitido a las personas tener intercambios culturales. Reunirse en el bar y vivir las calles de la ciudad.
En Web 0 punto 0, Twitter es un banco donde los vecinos se sientan a charlar. Facebook un cartel de anuncios en el pueblo. ebay una tienda tradicional. Whatsapp la cabina de teléfono de toda la vida. Gmail obviamente el buzón de correos del pueblo. Tinder, un tranquilo parque a las afueras donde acuden los jóvenes. YouTube, por poner otro ejemplo, la televisión del bar del pueblo.
Web 0 punto 0, una idea original.
Sobre Web 0 punto 0 se pueden debatir varios temas. Primeramente sobre el acceso a Internet. ¿Debe ser un derecho básico para cualquier persona, como lo es el acceso a la energía eléctrica o al agua corriente? También, se puede debatir sobre el papel que deben jugar las autoridades para garantizar dicho acceso.
En 2015 había en España un total de 800.000 hogares, que carecían de un acceso a Internet de al menos 2 megas de velocidad. La extensión de la fibra óptica en los últimos años no hace más que ensanchar la llamada brecha digital entre el entorno rural y el urbano. Datos que ponen en duda los objetivos de la Agenda Digital para Europa, que ha marcado garantizar para todos los ciudadanos de la UE un acceso a Internet de 30 Mbps en el año 2020.
La vida antes de internet.
Por otro lado, puede debatirse sobre la cierta nostalgia al recordar “lo bien que se vivía antes de Internet”. Añorar la tranquilidad de estar ilocalizable. Soñar con aquellos tiempos donde el teléfono no era una extensión de uno mismo. Evocar la ausencia de distracciones que te permitía centrarte plenamente en lo que estabas haciendo. La melancolía de disfrutar tranquilo de una comida con amigos, y la percepción de tener más control sobre nuestra privacidad.
Antes no había riesgo de que tu vida acabara expuesta «urbi et orbe». Como señalaba Jordi Sierra i Fabra, seremos “unos ignorantes bien informados pero unos burros globales”, porque nos llega mucha información en forma de bullets, pero sin profundizar y sin ver ningún tema en su totalidad. Según este planteamiento, ciertamente se podría llegar a pensar que antes de Internet vivíamos mejor.
Internet, reflejo de la vida de antaño.
Existe otra reflexión: los grandes avances comunicativos se basan en realidad en componentes sociales que han existido toda la vida. Costumbres que han permitido que las personas intercambien información entre sí, porque la necesidad de comunicarnos es intrínseca al ser humano.
Lo que antes se hacía en las calles o en el bar, ahora se ha desplazado a la Red. Las nuevas tecnologías han superado las barreras del tiempo y del espacio. Por ejemplo, siempre se han enviado cartas, pero éstas tardaban varios días en llegar a su destinatario. Ahora, un mail llega de forma inmediata al otro extremo del mundo. Podemos recordar también cuando toda nuestra red de contactos profesionales eran tarjetas de visita. Había que ir de una en una si necesitabas algo. Ahora están en la nube, accesibles a través de Linkedin.
Las nuevas tecnologías no hacen que socialicemos menos o vivamos más aislados. Al contrario, alguien desde un pueblo remoto puede sumarse a la conversación global de un hashtag o una pequeña tienda tener compradores en la otra parte del mundo.
Simplemente ha cambiado la forma en que hacemos las cosas. Internet es una mera herramienta y no una respuesta. La clave está en el uso e intención que pongamos en ella. El mundo es ahora mucho más accesible. Tenemos muchas más oportunidades y las nuevas tecnologías propician la creación de muchísimos puestos de trabajo y el crecimiento de la economía mundial.
Finalmente, con Web 0 punto o nos demostramos que también se puede ser feliz sin internet. Por tanto, una visita a Civitacampomarano debería hacernos reflexionar mucho sobre la forma en la que vivimos en las grandes ciudades.
Nos hemos dejado arrastrar y amaestrar por la tecnología a un nivel increíble… pero claro, había que tener internet casi por obligación;y móvil; y ordenadores; y tablets h un montón de chismes que nos alejan de lo cercano…
En fin.. es la evolución…
Qué agustito están en ese pueblito, sí señor.
Efectivamente, nos hemos dejado arrastrar por la tecnología. Es cierto que nos hace un buen servicio, pero todo debería ser acumular en vez de desechar. Yo apuesto por la tecnología pero sabiendo no prescindir del valor de lo humano y la cercanía del «otro» antes que la de un aparato.