Verdi, el nacimiento de un genio de la música.

Verdi, cuyo nombre real era Fortunino Francesco Guiseppe Verdi, nació un día como hoy de 1813.

Giuseppe Verdi fue el genio capaz de hacernos revivir a través de las pasiones y de los sentimientos de sus personajes, nuestras propias pasiones y sentimientos.

Esto, que parece muy sencillo, sólo puede hacerse desde la verdad, desde la experiencia. Muy celoso como fue de su vida privada, desnudó su intimidad en todas sus óperas.

Sin duda, el dolor de «Rigoletto» es el dolor del propio Verdi al enterrar a su familia. La crueldad de «Germont» en «La Traviata» son los mismos reproches de su suegro Barezzi y de sus paisanos de Busseto.

Verdi nos hablaba del individuo, desde el individuo y para el individuo. Con sus virtudes y con sus defectos. Ese es el verdadero motivo de que su música por encima de todo, a pesar de pertenecer al mundo elitista de la ópera, sea universalmente popular.

Nacimiento de Verdi.

Giuseppe Verdi vino al mundo en Le Roncole, un pequeño pueblo cercano a Busseto, en la provincia de Parma. Por aquel entonces un ducado bajo el dominio del Imperio francés.

Beppino, como así lo llamaba su familia, se pasaba el día entre los telares de su madre Luigia Ottini, que era tejedora y la posada que regentaba su padre Carlo.

Cuentan sus biógrafos que ya desde muy pequeño se sintió atraído por la música. Una de las muchas personas que pasaron por la posada de su padre, marcó definitivamente la vida del joven Verdi. Se trataba de Antonio Barezzi, una persona muy importante en la vida de Beppino.

Antonio Barezzi era un comerciante y miembro de la Sociedad filarmónica de Busseto. Desde el primer encuentro que tuvo con Giuseppe, no sólo ejerció de mecenas del futuro compositor, sino que también sería una figura relevante como padre.

Apenas hubo cumplido 12 años, Beppino se trasladó a la casa de Barezzi en Busseto. Allí lo pusieron en contacto con Ferdinand Provesi para que le formara en sus estudios musicales. Con la ayuda de Provesi, intentó entrar en el conservatorio de Milán, pero no fue admitido. El motivo no fue la incapacidad musical de Verdi, sino que sobrepasaba la edad. Contaba entonces 19 años.

El tribunal encargado de la selección de los alumnos del Conservatorio de Milán, alegó entonces que aparte de exceder el límite de edad para su ingreso en tan prestigiosa institución, el joven Verdi no poseía una sólida educación musical. Era poco académico y en gran parte, autodidacta.

Como sucede en la historia, es curioso que hoy en día, aquella institución que le rechazó, lleve hoy su nombre.

El ímpetu musical de Verdi.

A pesar de tal revés, Verdi no cesó en su intento de seguir formándose musicalmente. Apoyado por Barezzi, se quedó en Milán. Continuó su educación musical tomando clases particulares con Vicenzo Lavigna. Fue en esa etapa donde asistía continuamente al «gallinero» de la «Scala» de Milán. Como luego dejó escrito, fue en estas visitas donde descubrió su verdadera vocación musical.

Una vez hubo acabado sus estudios, regresó a Busseto. Allí ejerció de profesor de música. Siendo ya un joven apuesto, en 1835 se casó con la hija de su protector, Margherita Barezzi.

Barezzi, a pesar del aprecio que depositaba por Beppino, no vio con buenos ojos al principio la boda de su hija con Verdi. Pero Guiseppe supo ganarse incondicionalmente a su suegro.

Tras la boda, Verdi quería volverá a Milán. Su suegro le apoyó incondicionalmente. Y con gran esfuerzo por parte de toda la familia, el 17 de noviembre de 1839, Verdi estrenó su primera ópera en el Teatro de la Scala. Llevaba por título «Oberto Condi di San Bonifacio».

La composición tuvo cierto éxito que le valió un contrato con el empresario Bartolomeo Merelli. Para él, firmó su segunda ópera. El empresario le encargó una ópera bura. En un principio, Verdi no vio ningún inconveniente en realizar tal composición, pero poco a poco le iba costando ponerse manos a la obra.

No era fácil escribir una pieza desenfadada y amena que alegrara al público. Ese era el encargo de Merelli. Pero las circunstancias en la vida de Verdi se habían trastocado de la noche a la mañana. El joven entusiasta que había sido años atrás se había convertido ahora en un maduro triste y desilusionado con la vida.

Drama, fracaso y éxito.

Y es que tras el encargo de Merelli algo dramático sucedió en la vida de Guiseppe.

Sus dos pequeños hijos Virginia e Icilio murieron con poco más de un año en el transcurso de dos años. Virginia en 1838 e Icilio en 1839. Pero para colmo de desgracias, Margherita, su mujer, fallecía igualmente en junio de 1840.

Fue en este estado psicológico en el que Verdi estrenó el encargo de Merelli. La ópera cómica se titulo «Un giorno di Regno». Fue un gran fracaso y Verdi fue duramente abucheado. Ni siquiera en su día del estreno, la representación pudo finalizar ante los abucheos del público.

Esta fue la etapa más dura de Verdi. Se sabe poco de esta época oscura. Pero sin duda, fue en este tiempo cuando Verdi se convirtió en «pesimista», como lo llaman algunos musicólogos.

Ante tal fracaso, el empresaro Merelli le ofreció el libreto de «Nabuccodonossor». Corría el año 1842. Dos años después de la tragedia de la pérdida de su familia.

Con 29 años, y aún destrozado, «Nabucco» fue su tercera ópera y un enorme éxito que lo consagraría ya para siempre como un gran compositor.

El papel de «Abigaille» lo interpretó la famosa soprano Giuseppina Streepponi. Desde el primer momento Beppino y Giuseppina congeniaron. Tanto fue así, que tras el estreno de la ópera, ambos serían compañeros durante más de 50 años.

Músico y agricultor.

Tras el éxito de «Nabucco», vendrían la etapa de los «años galera», como él mismo los denominaba.

En este tiempo trabajaba por encargos y al ritmo de una ópera al año. Entre ellas, habría que destacar «Macbeth» que supuso su primer paso hacía el drama musical que supondrían sus futuros composiciones.

En 1848 compró «Villa Sant’Agata». Cerca de Busseto. Aquí pasó sus años más felices. Se preocupaba continuamente de ampliar y gestionar sus terrenos y cultivos. Siempre hablaba Verdi del campesino que llevaba dentro de él.

En «Villa Sant’Agata» compuso sus siguientes obras. «Don Carlo», «La Forza» ó «Aída». Ambas, obras maestras del mundo operístico.

En 1874 es elegido miembro del primer parlamento del Reino de Italia y también senador vitalicio. Verdi fue un patriota convencido.

En pleno éxito arrollador, Verdi decide retirarse. Tenía 68 años. Pero su editor Ricordi logra convencerle de que debe seguir escribiendo.

Así en 1887 estrena «Otello». Y en 1893 «Falstaff».

Con 80 años cumplidos, Verdi dice definitivamente adiós a los escenarios y vuelve a retirarse a «Villa Sant’Agata». Aquí vuelve a vivir unos años felices pero en 1897 fallece Giuseppina. Verdi vuelve a hundirse en una amarga soledad.

Ocaso de Verdi.

Durante la Navidad de 1901, la salud de Verdi se agrava considerablemente. Estaba en Milán, donde solía pasar sus últimos inviernos.

Toda la ciudad sabía de la presencia y carente salud de «Beppino». Por la calle Manzoni, los caballos y las carrozas marchaban lentos para no hacer ruido y no molestar a Verdi.

Incluso, pusieron paja en la calle para amortiguar el ruido de cascos y ruedas. Nadie quería molestar el reposo del gran maestro Giuseppe Verdi.

El 27 de Enero de 1901, en su habitación de siempre en el primer piso del «Grand Hotel» de Milán, moría el mejor compositor de todos los tiempos.