El Renacimiento en Venecia: Triunfo de la belleza y destrucción de la pintura.

El Renacimiento en Venecia es el título de la exposición que acaba de inaugurar el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.

Escribió el filósofo alemán Friedrich Nietzsche que «Cien profundas soledades forman juntas la ciudad de Venecia. Ésa es su magia. Una imagen para los hombres del futuro».

Sin duda, no le faltaba razón al pensador. Quizás en torno a ese pensamiento suyo, ya en el siglo XV comienza a fraguarse este movimiento artístico.

La escuela veneciana fue un movimiento principalmente pictórico que se desarrollo en La Serenísima República. Sus inicios se remontan al Siglo XV pero tiene su máximo apogeo en el siglo XVI. Principalmente, se trata de una transformación sobre las formas pictóricas anteriores. El carácter cosmopolita y diverso de Venecia contribuyó a este cambio estilístico. Las particularidades urbanas y su propia belleza arquitectónica fueron los intereses estéticos de esta escuela.

Recorrido por la exposición del Thyssen

Por otra parte, en palabras de Fernando Checa, comisario de la exposición, «El Renacimiento en Venecia» es una reflexión profunda. Es un análisis sobre el arte de la ciudad lagunar a lo largo del siglo XVI.

«Renacimiento en Venecia» es la presentación de un foco artístico esencial para comprender la historia de la pintura. La  exposición no se aborda desde cuestiones cronológicas o estilísticas de cada maestro.

La mirada de esta exposición está puesta en la meditada selección de los temas ejecutados por los artistas que construyeron el mito de la escuela de Venecia.

El recorrido parte de las soluciones aportadas por Giovanni Bellini. Las aportaciones de éste pintor fueron la base de una nueva formulación en la pintura. Los pinceles de Giorgione y Tiziano supieron aprovecharlo. Cambiaron con ellos el panorama artístico de la ciudad.

Cada una de las salas ofrece al espectador un asunto representativo. Y la forma personal en que cada artista la representó. Imágenes despojadas de sus connotaciones devotas y culturales. Llevadas ahora a lo puramente bello y artístico.

De esta forma, terminó por fraguarse una idea de belleza propia que fue una alternativa a las premisas estéticas. Un cambio en el paradigma estético que llegaba entonces de Florencia y Roma.

 

Entre Oriente y Occidente

Al principio, el hilo conductor de la primera sala es Oriente y Occidente. Lleva por subtítulo, «Entre Oriente y Occidente: la ciudad más bella del mundo».

Tal ciudad no es otra que la propia Venecia. Desde sus orígenes una ciudad abierta, situada entre la tierra y el mar. Una encrucijada entre Oriente y Occidente. Asimismo, orgullosa de su historia.

Una historia que impresionaba al visitante con sus más preciados tesoros. La vista de pájaro de Barbari, los retratos de los procuradores Gritti y Soranzo de Tintoretto. Igualmente el conjunto de «La Anunciación» de Sansovino. También el «San Juan Bautista predicando» de Veronés. Finalmente, la peculiaridad está en la aparcición de personajes vestidos a la oriental. Frecuentemente utilizados en la pintura veneciana. Esta estética dio a la Serenísima la difusión de su grandeza.

El sueño del Clasicismo

Seguidamente, con «El sueño del Clasicismo» nos quieren presentar el creciente interés de la sociedad veneciana por la antigüedad. Una aptitud, que además, contó con una fuerte dimensión cívica.

La estatuaria jugó un papel valioso por su poder evocador. También por difundir modelos antiguos. Muestra de ello son Hércules de L’Antico.

Igualmente se publicaron en Venecia libros clásicos de arquitectura. Entre ellos el de Vitruvio. Editado por Daniel Barbaro en 1556. Con el paso del tiempo, se convirtió en un referente esencial.

Las ruinas como testimonio de la grandiosidad pasada hacen acto de presencia. «Retrato de un hombre» de Veronés lo demuestra. Finalmente, la medida y la proporción también quedan registradas en el compás del arquitecto Vincenso Scamozzi.

También los libros adquieren un protagonismo especial. Entre los principales editores venecianos destaca sobremanera Aldo Manuzio. Él fue el responsable en 1499 de la edición de la Hypnerotomachia Poliphili, cuyas preproducciones acercan al lector al paisaje y a la ruina clásica desde una perspectiva nueva.

Imágenes venecianas de la mujer

Con el anterior epígrafe, se presenta un extenso conjunto de pinturas que se hicieron populares en Venecia a partir de 1510.

Efectivamente, son retratos femeninos idealizados. Rostros que desprenden una fuerte carga sensual cuyas protagonistas juegan a seducir al espectador. Estas mujeres modificaron su imagen con símbolos para convertirse en personajes históricos, bíblicos o mitológicos.

Este es el caso de las Magdalenas de Tiziano. En ellas, el artista combina con notable éxito, principios esenciales como la cercanía emocional. Todas ellas pinturas devocionales con plena sensualidad.

Igualmente, la mujer juega un papel importante en las pastorales venecianas. En esta sección queda probado que el género alcanzó uno de sus más grandes logros en la ciudad lagunar.

El paisaje alteró este tipo de composiciones cargándose de solemnidad y simbolismo. Junto a rebaños y pastores, se incluyeron ninfas desnudas y sátiros.

La atmósfera en estos fondos con escenas religiosas, sagradas conversaciones o episodios mitológicos jugará un papel esencia. De la misma manera que las confrontaciones entre el ámbito urbano y el campestre.

La interpretación que la familia Bassano hace de este mundo rural esconderá un sinfín de referencias bíblicas y divinas.

Por último, llegamos al ocaso del Renacimiento. El ocaso es la creación de la belleza ideal, típica de la escuela veneciana. Aquí, la belleza se transforma en destrucción de la pintura. En todas estas obras, el denominador común es la pincelada que se disgrega. Que se descompone para buscar la expresividad. Un proceso que atravesarán todos los grandes pintores venecianos. Y que Tiziano, una vez más, abrirá camino a partir de la década de 1550.

En resumen, una exposición altamente recomendable para todos aquellos que pasen estos días por Madrid. Recordad que el Renacimiento en Venecia, os espera.

La mejor muestra de pintura Veneciana.

Y es que sin duda, Madrid atesora en este momento, como hemos dicho, la mejor muestra de pintura veneciana que se puede apreciar en el mundo. Claro está, después de la propia Venecia.

Dicho título se debe sin duda a la pasión de algunos de nuestros monarcas por sus autores. Felipe II, por ejemplo, sentía auténtica devoción por Tiziano. Es por esto que el Museo del Prado, guarda cautelosamente una colección de 70 títulos sobre este autor.

Igualmente, la pinacoteca nacional atesora 20 obras de Tintoretto y 16 del pintor Veronés. Obras que se suman a las 89 de esta exposición temporal del Museo Thyssen.