Gafas de lujo en Longarone. 

El Bello pueblo de Longarone ya ha superado con creces la catástrofe de la Presa de Vajont.

Longarone vista general del valle

En la trágica madrugada del 9 de octubre de 1963 Longarone desapareció del mapa. Como sucede en estos casos, la megalomanía del ser humano no casa bien con la naturaleza.
Durante las obras de la que iba a ser la presa más alta del mundo, los montes Toc y Salta, no se dejaron roturar.
Cuando obreros e ingenieros estaban en pleno proceso de rellenado del depósito, se produjo un deslizamiento de rocas sobre la presa. Alrededor de 250 millones de metros cúbicos de roca, tierra y bosque, cayeron sobre la presa de Vajont. Tras el impacto, se desplazaron 50 millones de metros cúbicos de agua. Como consecuencia, una ola de 90 metros de altura sepultó la comarca de Cadore, en la provincia de Belluno. Pueblos como Rivalta, Pirago y sobre todo, Longarone, desaparecieron del mapa en unos minutos. Murieron cerca de 2000 personas.
 
Como casi siempre sucede, en los informes y juicios posteriores, amargas verdades. Se detectaron informes periciales falsos. Secretos escondidos y en fin, lo de siempre: lo económico por encima de lo humano. En cualquier caso, quiénes salieron perdiendo fueron las víctimas. En resumen, esta es la historia de la mega construcción de la Presa de Vajont. Pero sus habitantes, tras 54 años de lo sucedido, tienen otras cosas que contar.

Longarone diseño de gafas

Longarone: renacer industrial.

Dicen los vecinos que aquella tragedia no se olvida. Pero Longarone ha sabido reponerse a la tragedia.
A 100 kilómetros de Venecia, han sabido atraer a una industria millonaria.
Y es que en Longarone, y aquí viene la sorpresa, se produce la práctica totalidad de las gafas de lujo que se consumen en todo el mundo.
Resulta curioso recordar a Giovanni Gaeta, cantando en 1918 su archiconocida “La leyenda del Piave”. La canción más popular de la Primera Guerra Mundial.
Y es que, las orillas del río Piave, si antes fueron muro de contención de austríacos y alemanes, ahora son la sede de tres de las plantas de producción más importantes del mundo en el sector: Safilo, De rigo y Marcolin.
 
Tres empresas que facturan en torno a 1000 millones de euros. La otra, la más importante a nivel mundial, Luxottica, se encuentra en Agordo. A 30 minutos en dirección oeste. Por tanto, toda la producción mundial queda en la comarca.
Las cuatro dominan el mercado. Las cuatro poseen en su inventario, las licencias de las 50 marcas más prestigiosas del mundo de la moda. Pero lo más importante: las cuatro están en Véneto.
 
Loewe, Carolina Herrera, Ralph Lauren, Tom Ford, Hugo Boss, Armani, Chanel, Prada, Max Mara, Céline, Gucci, Fendi y Dior les producen en Longarone. Aparte, Carrera, Smith, Persol, Ray-Ban Arnette o Police que son marcas de su propiedad.
 
En longarone saben bien lo que es perderlo todo en una noche. Por eso, han sabido utilizar bien el marchamo de “made in Italy” como un poderoso atractivo.
Finalmente, fueron las gafas de lujo, pero podrían haber sido los helados. En Longarone cuentan que los helados se inventaron aquí, pero nunca fue un lugar próspero para vender helados. 

Longarone: fábrica de gafas de lujo

Longarone: «Sunglasses Valley».

Ahora, gracias a la industria Óptica y el turismo, tienen una de las rentas per cápita más alta de la Unión Europea.
Aparte de ser la sede de las cuatro reinas de la industria, existen 170 compañías auxiliares y 650 de formato artesanal. Se hacen monturas, lentes, componentes y software. Desde el inicio, hasta el final del proceso, todo se produce en la zona.
Debido a ser el núcleo de conocimiento más importante sobre la óptica global, se la conoce como “el valle de los cristales de sol”.
 
Un enorme pastel anual de 12.000 millones de euros. Pero como les ocurre a todos los grandes pasteles, rápido acuden moscas.
Y en el mundo de la moda, no hay mayores dípteros que las moscas francesas. Los grandes grupos del lujo, LVHM y Kering, han comenzado a devorarse por controlar la economía de Longarone.
Hace años ya se enfrentaron por la propiedad de Gucci, más tarde por Hermès. Entonces se le llamó “La guerra de los bolsos”.
En Longarone, acaba de comenzar “La Primera Guerra de las Gafas”.
Todos se baten contra todos para conseguir el último euro del pastel.