paraeEl barón rampante, Cosimo Piovasco de Rondo. Vivió en los árboles, amó la tierra y subió al cielo.

Italianamente quiere hoy hablar de El barón rampante. Nos acercamos en otra ocasión a la obra y el pensamiento de este italiano universal. Hoy os presentamos una novela con más de 60 años pero asimismo una novedad literaria. Y es que en el centenario de la muerte de Italo Calvino, la editorial Siruela lanza al mercado la “Biblioteca Calvino”.

Y entre los títulos, “el barón rampante”. Su novela más provocadora y sugerente. En total, son 39 los títulos que componen la colección, pero sin duda, es El barón rampante en «Biblioteca Italo Calvino» de la editorial Siruela, la estrella de todos.

Trayectoria de Italo Calvino

Nacido en 1925 en la provincia de Boyeros, Cuba, su familia emigró muy pronto a Italia. Allí recibió una educación, como el acostumbraba a decir, progresista, laica y sobre todo, antifascista.

Tras convertirse en partisano, entró a trabajar en la prestigiosa editorial Einaudi; entonces punto de mira de los fascistas italianos por haber publicado las “Cartas desde la cárcel”, de Antonio Gramsci. Es en la editorial y de la mano de su fundador, Giulio Eiunadi, donde Italo Calvino se aficionó a escribir.

Según el mismo contaba, “El barón rampante”, era su obra más filosófica y su primera novela de madurez. Escrita en 1957 y con 33 años de edad, es la segunda pieza de una trilogía. “El vizconde demediano” y “El caballero inexistente”, serán el inicio y el final respectivamente de este proyecto del autor. Un proyecto que a la vez que literario, es filosófico y fundamentalmente, crítico.

Argumento de “el barón rampante”

El autor nos sitúa en Junio de 1767. En concreto en la inexistente ciudad de Ombrosa, en realidad, San Remo.

El barón Arminio, perteneciente a la alta aristocracia de Ombrosa, tiene dos hijos: Cosimo y Biaggio. Será este último el narrador de “el barón rampante”. Es Biaggio quien nos cuenta las vicisitudes de su hermano mayor.

Un mediodía, con 12 años y hastiado de la moralidad impuesta por su familia, el joven Cosimo decide huir de casa. No sabe donde irá. Tan sólo sabe que se irá. Y se va. Sin más. Pero las horas pasan y necesita un refugio donde pasar la noche. Es entonces donde con ímpetu decidido y decisión de ánimo, nuestro barón rampante, elige quedarse a vivir para siempre en la copa de un árbol. Allí pasará toda la vida, nos cuenta.

Y así lo hace. Se reafirma en su decisión de vivir encima de un árbol. De allí pasará a la copa de otro árbol. Y luego a otro. Pero siempre, en la cima de un árbol. De ahí el título.

Desde su particular Olimpo, conocerá gentes curiosas de todo tipo. “El barón rampante” se carteará desde su atalaya vegetal con los más sabios personajes de la Europa del XVIII. Participará, de esta manera, en la vida social de todo el continente.

Preparará la redacción de una Constitución, debatirá con los más eminentes precursores de la Ilustración. Incluso, mantendrá una relación epistolar con el mismo Napoleón.

Además, entre sus nuevos amigos, no solo hay gentes de rancio abolengo. Encuentra también gentes humildes que le increpan o le preguntan sobre su decisión de vivir encima de un árbol.

Entre las amistades más entrañables que entabla el barón rampante, está la de un ladrón al que enseña a leer. Y lo más importante, lo cautiva en la pasión de la lectura. Hasta tal punto lo obnubila con los relatos que le da a leer que el ladrón olvida cometer las fechorías que le dan el sustento y sus propios compinches de traperías, le increpan para que vuelva a delinquir o le arrancarán las hojas de la novela tenga en ese momento entre manos.

Atemorizado ante la posibilidad de quedarse efectivamente sin saber como acabarán los relatos que tanto le subyugan, acompaña a sus compañeros, pero rápidamente vuelve a enfrascarse en su novela de turno.

Es en la cima del árbol, donde el barón rampante también conocerá a su primer amor, Viola. Y así tras una vida encima del árbol oteándolo todo, acabará sus días. Con emoción nos cuenta Biaggio lo que mandó grabar en su epitafio: “Aquí yace Cosimo Piovasco de Rondo. Vivió en los árboles, amó siempre la tierra y subió al cielo”.

“El barón rampante”, una novela filosófica.

Como él mismo la describía, «el barón rampante» es una novela al más estilo dieciochesco como las firmadas por Voltaire en su momento. Además, va desarrollando una idea muy común en el siglo de la Ilustración como es el perspectivismo. Esto es, analizar la realidad social pero siempre dando soluciones o interpretaciones insólitas.

Nosotros, como lectores, las podremos asumir o no, pero la originalidad reside en la propuesta del personaje. Calvino consigue con el barón rampante construir una fábula perfecta. Usando el escapismo del árbol al modo de un estilita del siglo XVIII en lugar del siglo V. Presenta su cosmovisión del mundo en una doble vertiente. Por un lado, con ciertas dosis de darwinismo, al hacer volver al hombre al lugar de donde salimos, los árboles.

Por otro lado, este hombre que retorna a sus orígenes no descuida su dimensión social. De ahí, como hiciera nuestro José Cadalso en las “Cartas marruecas”, o el mismo Monstesquieu en las “Cartas persas”, sostiene relaciones con lo más granado de su época. También por su edad, puede recordarnos a “Guillermo el proscrito” de Richmal Crompton.

En definitiva, una novela donde cualquiera puede aprender, reír y sobre todo, disfrutar. Gracias al barón rampante conocemos cuales fueron los temas de mayor interés de aquel siglo. A saber, los globos aerostáticos, la agricultura, la jardinería, las ciencias útiles, como les llamaban.

Todo ello con personajes típicos de la época como son jesuitas, jansenistas, masones, exiliados españoles y sabios con lo que mantiene relación epistolar como hiciera al caso español Benito Feijoo. Un realismo mágico, pero en vez de hispano de la mano de García Márquez, europeo.

Como resultado, con mucho sentido del humor y sobre todo con mucha ironía, la novela hace una defensa evidente de la individualidad. Dejando eso sí, muchas puertas abiertas. Tal vez, porque el autor la escribió justo después de abandonar el Partido Comunista italiano. Hay mucha crítica social. Pero, como en el “Diablo Cojuelo” de Luis Vélez de Guevara, hay más un gran y notable sentido del humor.

Deseamos que El barón rampante en «Biblioteca Italo Calvino» de la editorial Siruela sea de vuestro agrado.